Los trabajos de exhumación de las fosas del cementerio parroquial de Colmenar Viejo concluyeron el pasado año 2023. Los 108 fusilados que yacían bajo las dos fosas comunes han estado ocultos bajo la tierra del cementerio en dos zonas, una conocida como cementerio “civil” y la otra, como “el paseo”.
Durante el 2022, en una primera campaña, que duró 10 días de aquel caluroso verano, se encontraron 12 esqueletos con signos de muerte violenta, producida por armas de fuego, con tiro de gracia. Estos restos fueron trasladados a la Unidad de Antropología Física de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid para proceder a su estudio antropológico.
En la segunda campaña durante 2023 se desarrollaron en dos fases. Se retomó la parte pendiente de la fosa “civil”. En ella no se encontraron nuevos hallazgos de interés y se procedió a su relleno. A continuación, se procedió a excavar “el paseo”, fosa de 46m de longitud y 1,5 m de ancha, por lo que has sido muy dificultosas las tareas de extracción.
En esta fosa se ha documentado la presencia de 66 enterramientos pertenecientes a las víctimas buscadas.
Teniendo en cuenta que están documentados 18 enterramientos de fusilados que fueron recogidos por sus familiares y enterrados en sepulturas familiares, quedaban, por lo tanto, 90 desaparecidos. El balance es muy positivo (12 + 66 = 78, de los 90 buscados). Los 12 que faltan podrían estar en las mismas fosas, pero debajo de otras sepulturas, por lo que no se ha tenido acceso a ellos.
Ahora el trabajo pasa a los laboratorios: la Unidad de Antropología Física de la Universidad Complutense de Madrid (estudio antropológico) y el Laboratorio BIOMICs de la Universidad del País Vasco (estudio genético).
Este intenso trabajo llevado a cabo por muchas personas, antropólogos, arqueólogos, médicos forenses y muchos voluntarios, todo ello organizado por la antropóloga forense Almudena García-Rubio de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, tiene fundamentalmente un carácter humanitario, para que heridas que llevan mucho tiempo abiertas puedan definitivamente cerrarse. Es el caso de los descendientes de primera generación, hijos e hijas, que perdieron a sus padres siendo muy pequeños, como es el caso de Benita Navacerrada López, nuestra querida y valiente Benita que no faltó ni un sólo día a los trabajos de exhumación y cuyo testimonio y abnegación la ha hecho merecedora de varios reconocimientos. Otros, durante este tiempo nos han dejado, sin saber si hemos localizado o no a sus padres.
A todos ellos y a todas ellas, vaya nuestro más sincero y emocionado agradecimiento. También a la Asociación Comisión de la verdad de San Sebastián de los Reyes, sin cuyo empeño y dedicación, nada de todo esto hubiera sido posible.
Estas tapias del cementerio de Colmenar Viejo seguirán siendo para nosotres lugar de memoria. La conquista que supone la exhumación de las fosas comunes, la primera de víctimas civiles de la Comunidad de Madrid después de tantos años de olvido, merece seguir siendo el lugar donde homenajear a todos aquellos que fueron asesinados por soñar un mundo mejor para todes.
Quizás sea una gota de agua entre las más de 100.000 personas fusiladas por la dictadura franquista entre abril y noviembre de 1939 y abandonadas en fosas y cunetas, el mayor número de desaparecidos forzosos del mundo después de Camboya, pero estos, sus nombres, están ya escritos en la historia.
¡Los encontramos!